Cuando todavía queda en la retina de los que estuvimos el miércoles en el Centro de Tecnificación la triste imagen que ofreció el Lucentum, nos encontramos ya con una nueva jornada, una jornada para vivir con mucha más tranquilidad que las jornadas anteriores, donde siempre había sensación de jugar finales.
Tranquilidad porque el mal menor está garantizado y no peligra, ya que es la segunda plaza ganada en la Copa Príncipe, que al menos nos garantiza el factor cancha y un cruce relativamente asequible.
Hace casi dos meses algunos hacían cuentas de cuando celebraríamos el ascenso, otros eran prudentes dentro del triunfalismo que daba ver una clasificación con un colchón de tres victorias sobre los perseguidores, pero muy pocos podían imaginar el vuelco que nos depararían las siguientes jornadas, dejando al Lucentum casi fuera de la lucha por el ascenso directo, !a cinco jornadas del final!.
Esta semana el partido ante Burgos no sé como definirlo, si de transición, de penitencia, lo que está claro es que este equipo está en crisis y Burgos no parece el mejor sitio para salir de ella.
El debate sobre la continuidad de Óscar Quintana ha saltado a todos los medios, foros y se comenta entre los aficionados, y aunque desde la directiva se escurre el bulto de momento, lo que está claro es que estas dinámicas llevan casi siempre al mismo final, y una derrota en Burgos puede ser el desencadenante de la destitución de Quintana en busca de un revulsivo, repitiéndose así lo que sucedió el año pasado, pero con Quintana en un papel muy distinto.
El año pasado no dio como resultado el ascenso, pero sí que sirvió para que la afición recuperara el aliento en el tramo final.
Cambiar al técnico supondría un gasto adicional que nunca vendría bien a las poco boyantes arcas lucentinas, pero lo que parece claro es que hace falta algo que cambie la dinámica del equipo y si Quintana no es capaz de hacerlo habrá que buscar soluciones.
Mientras tanto la liga seguirá, Valladolid recibe a Tenerife y Melilla viaja a León, pero para qué esperar errores ajenos y a "que suene la flauta" como dice Quintana, si somos nosotros los que tiramos por la borda nuestras opciones.
Tranquilidad porque el mal menor está garantizado y no peligra, ya que es la segunda plaza ganada en la Copa Príncipe, que al menos nos garantiza el factor cancha y un cruce relativamente asequible.
Hace casi dos meses algunos hacían cuentas de cuando celebraríamos el ascenso, otros eran prudentes dentro del triunfalismo que daba ver una clasificación con un colchón de tres victorias sobre los perseguidores, pero muy pocos podían imaginar el vuelco que nos depararían las siguientes jornadas, dejando al Lucentum casi fuera de la lucha por el ascenso directo, !a cinco jornadas del final!.
Esta semana el partido ante Burgos no sé como definirlo, si de transición, de penitencia, lo que está claro es que este equipo está en crisis y Burgos no parece el mejor sitio para salir de ella.
El debate sobre la continuidad de Óscar Quintana ha saltado a todos los medios, foros y se comenta entre los aficionados, y aunque desde la directiva se escurre el bulto de momento, lo que está claro es que estas dinámicas llevan casi siempre al mismo final, y una derrota en Burgos puede ser el desencadenante de la destitución de Quintana en busca de un revulsivo, repitiéndose así lo que sucedió el año pasado, pero con Quintana en un papel muy distinto.
El año pasado no dio como resultado el ascenso, pero sí que sirvió para que la afición recuperara el aliento en el tramo final.
Cambiar al técnico supondría un gasto adicional que nunca vendría bien a las poco boyantes arcas lucentinas, pero lo que parece claro es que hace falta algo que cambie la dinámica del equipo y si Quintana no es capaz de hacerlo habrá que buscar soluciones.
Mientras tanto la liga seguirá, Valladolid recibe a Tenerife y Melilla viaja a León, pero para qué esperar errores ajenos y a "que suene la flauta" como dice Quintana, si somos nosotros los que tiramos por la borda nuestras opciones.
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