La primera temporada ACB del Lucentum (Proaguas Costablanca era su denominación aquel año) fue histórica por ser la primera pero deportivamente estuvo marcada por la falta de acierto en algunos fichajes que se acabaron de adaptar y cuyos recambios tampoco acabaron mejorando la aportación.
El principal problema lo tuvimos en el juego interior, puestos decisivos en aquel baloncesto ACB, donde los jugadores americanos marcaban la diferencia en los equipos. Hace un par de años analizaba aquel 'mal ojo' que tuvimos a la hora de fichar pívots en aquel debut ACB.
Diego Osella, pívot con espectacular trayectoria en Argentina que no se adaptó. McCaskill, puro talento que tenía la cabeza en otras cosas. Maxey un jugador que llegó lesionado. Jelic, buen jugador pero con baja implicación. Y, como último recurso, Terquin Mott, un excéntrico jugador que brindó espectacularidad y buenos números, pero que ya llegaron tarde para obrar el milagro de la salvación.
Al final, la pareja de los jóvenes Guillermo Rejón y Jorge García fue la que vio pasar a todos estos jugadores que no acabaron sumando para la salvación del equipo.
Hoy nos vamos a centrar en Terquin Mott, y para ello contamos con un vídeo que resume su mejor actuación en su etapa en Alicante. Fue en el penúltimo partido de liga, el último que se jugaba en el Centro de Tecnificación y donde el equipo dirigido por José Luis Oliete estaba obligado a ganar al Joventut para llegar con opciones a la última jornada que se jugaría en Gijón.
Aquel día el Pabellón se llenó, y las gradas tuvieron mosaico, colorido y metieron mucha presión. Ese día, Terquin Mott estuvo sublime con 28 puntos, 15 rebotes y 36 de valoración. En los 13 partidos que jugó con el Lucentum, Mott promedió 15.9 puntos y 7.3 rebotes, para 16.5 de valoración.
En este vídeo cortesía de Aro Pasado, podemos ver su actuación y recordar aquella última alegría de aquel gris año de debut en ACB.
Entre las anécdotas que dejó el breve paso de Terquin Mott por el Lucentum quedó aquel acto en el que regaló camisetas firmadas a aficionados. Aquellas camisetas llevaban en el dorso la leyenda "Terquin Mott nos quiere". Para el recuerdo quedaron aquellos partidos con esos gestos de las pistolas con las manos tras anotar canastas y ese ímpetu que aportó en el tramo final de temporada a un equipo que llegó con la gasolina justa y que finalmente no pudo sellar la permanencia.
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