Mucho hemos hablado en este blog sobre aquel primer ascenso del Lucentum a la ACB. Ayer tuve la ocasión de escribir un artículo para Solobasket.com recordando aquel día. La verdad es que, viendo la situación actual del club, ahora resulta bastante melancólico entrar en esos recuerdos, pero bueno, se trataba de hacer llegar ese gran día a los miles de seguidores de una web puntera como Solobasket.com.
Seguro que muchos de los que leéis el blog habitualmente vivisteis aquel momento en primera persona, y si no fue así, seguro que amigos o familiares os lo han contando. ¿Cómo recordáis aquel día? ¿Dónde lo vivisteis? Podéis dejar vuestros comentarios con vuestros particulares recuerdos de aquel momento en el Facebook del blog o como comentarios en esta entrada.
2 comentarios:
Un recuerdo inolvidable. Tenía 12 años y fui con mi padre. Precisamente, aquella temporada nos habíamos abonado al Lucentum por primera vez, cuando yo apenas sabía nada de baloncesto. Y realmente me enganché. Ya durante la temporada regular lo pasamos muy bien: el equipo de Calderón, Reggie Fox, Navalón, Francis Sánchez y compañía lo ganaba casi todo en casa y ofrecía espectáculo, aunque el ambiente era algo frío, solo animado por la peña Kali.
Por eso, lo que más me impresionó en aquel partido del ascenso fue el tremendo ambiente. Parecía como si, de pronto, toda la ciudad se hubiera enterado de que existía un gran equipo de baloncesto al que valía la pena apoyar. El Centro de Tecnificación estaba a rebosar de público, incluidas unas generosas gradas supletorias en cada uno de los fondos y un sinfín de sillas alrededor de la pista. Creo que había bastante más gente de la que podía ser recomendable por seguridad. Tanto es así, que mi padre y yo no tuvimos más remedio que ver el partido sentados en las escaleras de la grada D.
También recuerdo perfectamente unas pancartas, colgadas una junto a la otra, que lamentaban los polémicos arbitrajes sufridos: “Gijón, junio de 1995: ROBO”, “Lleida, mayo de 2000: ROBO” y “Alicante: YA NOS TOCA”. También vino un buen grupo de aficionados desde Lleida.
Del partido en sí, poco puedo contar que no se sepa, fue intenso y vibrante como pocos. Eso sí: recuerdo que, al descanso, cuando perdíamos por 8 o 9 puntos, no tenía demasiada fe en la victoria. Después de toda una temporada viendo baloncesto, aún no había aprendido que los partidos dan muchas vueltas, sobre todo con dos cuartos por delante. Mi padre, por el contrario, estaba convencido de la remontada. Y por suerte tuvo razón, porque acabamos saltando a la pista para celebrarlo, junto a muchísimos aficionados que se agolpaban para abrazar o llevar en volandas a los jugadores. Después de un buen rato sobre el parqué, acabamos volviendo a casa en la moto de mi padre, haciendo sonar el cláxon y gritando ¡ACB, ACB! como dos locos.
Ramón, ¿y tú cómo lo viviste?
Cuenta, hombre.
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