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20 abril 2020

Historia de los ascensos a ACB (1997-98): El Fuenlabrada de Perasovic regresa a la élite



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La temporada 1997-98 supuso el regreso del Fuenlabrada a la ACB. El conjunto fuenlabreño llegó a la élite en 1995-96 tras comprar las acciones de Peñas Huesca. Perdió la categoría un año más tarde y en su paso por la LEB tardó solo una temporada en regresar, con un equipo liderado por Velimir Perasovic. El ascenso se certificó en una intensa eliminatoria que se decidió en dos tensos partidos en Lugo ante Breogán. El partido decisivo se jugó con un Pazo abarrotado con 7500 aficionados y en un ambiente de máxima tensión, como apuntan las crónicas de la época

El partido se decidió en los instantes finales con una acción al contraataque culminada por Paco Martín, recordada en el blog Fuenlabasket.


Ferran López formaba parte de la plantilla que lograba el ascenso en Lugo y recuerda que "en verano me llamó Ramón Fernández y me dice que están haciendo un equipo para ascender y que tiene en el equipo a Perasovic. Y le respondo: ¿perdona?. En el momento que me dijo eso ya no escuché nada más, firmé sin pensar"



Tras la primera eliminatoria ante Alicante, el rival por el ascenso fue un Breogán de Lugo del que Ferran apunta que "tenía un equipazo con el objetivo del ascenso"

Esa serie recuerda Ferran López que "comenzamos con un 2-0 en casa. Teníamos claro que si hubiéramos ido 1-1 a Lugo todo hubiera sido muy difícil. Se generó mucha tensión durante la semana y hubo mucha hostilidad. El tercer partido fue una batalla campal, allí hubo de todo menos baloncesto. No íbamos preparado para un partido así y nos ganaron".

Aquella serie ante Breogán estuvo cargada de tensión y Ferrán López apunta que "tras el tercer partido hubo una pelea en los vestuarios que si la llegan a ver los árbitros no se hubiera jugado el cuarto partido. Todo arrancó con un choque entre Mason y Salva Guardia y se armó una tangana tremenda"


Tras la canasta decisiva de Paco Martín, ex jugador de Breogán, Ferran recuerda que "le dijeron de todo. Fue un playoff caliente. Cada uno jugaba sus bazas. Cuando se acabó el partido salimos corriendo hacia el tunel de vestuarios y luego estuvimos una hora y media en el vestuario antes de poder salir escoltados por la Policía al hotel".

De la celebración, Ferran López nos cuenta que "nos hicieron una recepción con la Plaza del Ayuntamiento llena. Se empezaron a hacer las cosas bien, se subió con un proyecto serio y en eso Ramón Fernández tuvo mucho que ver. Recuerdo una frase que nos dijo: 'aquí hay tres personas que nos jugamos mucho, somos Ramón Fernández, Velimir Perasovic y tú'."


Sobre este Playoff también hemos podido hablar con Paco García, entrenador de aquel Breogán y recuerda que "aquel Playoff es para recordar. Hubo una dureza y una tensión que han pasado 20 años y no se olvida". Paco García recuerda que "aquellos partidos eran tremendos. Era otro baloncesto, más duro".



A continuación contamos con la visión desde la óptica de la afición. Iván González, de la peña Fuenlabrada Blues nos recuerda cómo fue aquella temporada que marcó un antes y un después en la historia del baloncesto en Fuenlabrada:

Es posible que no exista una alegría comparable a un ascenso. Lo mas similar a esa sensación puede ser la de salvarse de un descenso con una victoria en un último partido decisivo, pero es posible que ni la consecución de un título ni una clasificación Europea pueda igualarlo. La tensión que se acumula durante la temporada regular y sobre todo cuando llegan las eliminatorias por el ansiado objetivo llevan al límite al sistema nervioso de los aficionados.

En la LEB 97/98, tras una temporada de sobresaliente nos complicamos la vida al final. Perdemos en casa ante Lucentum Alicante (sólo habíamos cedido en el Fernando Martín en la primera jornada ante Cajasur) y de este modo perdemos la primera plaza de la liga regular condenándonos al cuadro más duro para el ascenso. Además nuestra estrella (y sin ninguna duda de la competición) Velimir Perasovic se encontraba lesionado con todo lo que ello suponía. Parecía que el playoff nos había llegado en el peor momento posible de la temporada.

Para comenzar el playoff precisamente íbamos a vernos las caras contra el Lucentum., que tan mal sabor de boca nos había dejado con aquella victoria. Entonces sale tu “yo” mas pesimista. Quieres pensar que ha sido un traspié de última hora por exceso de confianza o algo similar. Pero llega el playoff y esas dudas se transforman en miedo. Se gana el primer partido en el Fernando Martín en un partido espeso y feo, de esos que te dejan con el gesto torcido cuando sales del pabellón y con la sensación de no haber disfrutado de la victoria.

En el segundo encuentro, victoria merecida para los alicantinos. Ahora es cuando el miedo se apodera de ti y el futuro no lo puedes ver mas nublado. Los días pasan como losas, no ves que llegue la fecha del siguiente partido a la vez que dudas si realmente quieres que llegue.

Muchos aficionados del Fuenla fuimos al tercer partido (el primero del playoff en Alicante). Hacía un día espléndido y paseando, paseando… hasta llegamos a entrar en un buque de combate norteamericano. La anécdota sirvió para despistarnos bastante del partido y aliviarnos la tensión que llevábamos encima. Eso si, hasta que entramos en el Centro de Tecnificación donde volvió el temor. Comenzó muy bien el tercer partido el Alicante, casi como si aún se estuvieran disputando minutos del segundo partido en Fuenlabrada. Pero poco a poco nos fuimos recomponiendo y los nuestros le dieron la vuelta no solo al partido, sino a la cara y al espíritu general del equipo. Al final cayeron las dos victorias en Alicante y nos íbamos a jugar todo contra un grande; el Breogán.

Cada partido contra los de Lugo fue una guerra. El Fernando Martín no había estado nunca tan caliente. Si de algo había servido esa temporada en LEB fue para ir cimentando a la que hasta entonces no había sido muy numerosa afición de Fuenlabrada. Además, se forjó una polémica de las gordas entre jugadores y técnicos de ambos clubes llegando a extremos que superaban lo deportivo y se adentraban en el plano personal. Algo inaudito, lamentable y muy condenable.

Nos llevamos los dos partidos en Fuenlabrada y los aficionados viajamos a Lugo para el cuarto de los encuentros, con 2-1 en la eliminatoria. Aquel fue el primer partido grande para muchos. Un pabellón de 7.000 espectadores lleno, un calor agobiante en la grada y un final de infarto a pesar de haber ido dominando todo el encuentro.

Y entonces la explosión. Una de las sensaciones mas bellas que se pueden sentir; llorar de alegría. Toda la tensión acumulada durante meses se deshace en unos momentos. Te abrazas a todos los que tienes alrededor los conozcas o no, tratas de secarte las lágrimas de la cara que ya no se distinguen del sudor y te liberas.


Habíamos vuelto a la ACB. Esa competición que habíamos conocido de una manera efímera en una temporada lamentable. Esa temporada se habían puesto unos cimientos importantísimos ya que regresaríamos con una base en la cancha y otra en la grada que antes no teníamos.   Lo que no sabíamos, ingenuos de nosotros, es que lo mejor estaba aún por llegar. Pobres ingenuos de nosotros. Pero esa es otra historia.

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